La Banda de la Noche

Por las tardes, junto al acogedor brasero que siempre estaba encendido para ahuyentar el frió en las largas noches de los inviernos frutillarinos, nos reuníamos para escuchar los cuentos de la abuela, Impacientes, esperábamos que ella tomara asiento en su cómodo sillón de mimbre. Ya la noche tendería su manto de la oscuridad sobre el pueblo y el silencio sería interrumpido por el ladrido de algún perro vagabundo. La abuela siempre comenzaba con uno de sus sabios consejos: niños, la educación y el respeto es la primera virtud de un ser humano…
Sucedió en Frutillar Alto, que era un pueblo muy pequeño, en una noche después del primer canto de los gallos cuando ya todos dormían luego de una dura jornada de trabajo, que a muchos despertó los marciales compases de una Banda Musical, los sones provenían de la estación de ferrocarriles; a los pocos minutos pasaba la Banda marchando rumbo a frutillar bajo dejando tras de si sus marciales melodías.
Cuenta la abuela que las personas que se levantaron para ver por la ventana a la Banda esa noche, sólo sintieron la Música alejándose; y los que se atrevieron a salir a la calle, vieron a lo lejos unas sombras confundirse en la oscuridad acompañada del aullido de los perros. Lo sucedido fue un misterio que nunca tubo una explicación. Un colono alemán dijo que esa banda “podría ser el Caleuche y que los músicos volvían a bordo del barco fantasma, y que quizás este navegando en el lago Llanquihue”.....